Por Cristina Yacoub
Daniel Goleman y Richard Boyatzis en su libro “El Líder Resonante Crea Más” señalan la importancia del conocimiento de las emociones y como aprovecharlas para ser más exitosos dentro de la organización.
Los líderes resonantes son personas capaces de despertar en sus seguidores entusiasmo y movilizarlos a donde se desee, encausando las emociones de cada uno de los individuos de tal forma que todo marche como es debido. Explican que cuando las emociones son transmitidas de forma positiva sin duda el funcionamiento del grupo alcanzará cuotas muy elevadas, en cambio quienes se inclinan hacia el resentimiento y la ansiedad, encaminan los grupos a la desintegración.
Definen las emociones como un circuito abierto donde la estabilidad emocional depende en parte de las relaciones que establecemos con los demás, a diferencia del resto de los sistemas de cuerpo humano que son un circuito cerrado (circulatorio, respiratorio) razón que explica la importancia del líder, sus acciones y como influyen en la organización. Este circuito abierto facilita el contagio de las emociones, pudiendo afectar de esta forma, el líder, el clima emocional de toda una empresa. Afirman que estudios realizados determinaron que tanto la alegría como la cordialidad se transmiten más rápidamente que la irritabilidad y la depresión, además, que el estado de ánimo determina la eficacia laboral. Lo líderes emocionales se convierten en atraedores límbicos que ejercen una gran influencia sobre el cerebro emocional de sus seguidores. Por otro lado, las emociones negativas secuestran la atención y dificultan el trabajo, presentando de esta forma disonancia en el grupo, donde las personas tienen la sensación de encontrarse desconectados a los demás. Mientras que el líder resonante, tiene la habilidad de congeniar las características de todos los estilos de liderazgo según sea el caso manteniendo siempre una conexión con sus seguidores prolongando el tono emocional positivo, originándose la resonancia en el ambiente de la cual hablan los autores.
En varias ocasiones muchos de nosotros hemos asistido a talleres, seminarios y jornadas de liderazgo y desarrollo, fuertemente entusiasmados con ideas refrescantes acerca de la importancia del cambio para el logro del éxito, salimos completamente convencidos de que ésta vez sí vamos a mejorar, y cuando llegamos a nuestros hogares, sitios de trabajo o de estudio, nos encontramos con numerosas situaciones urgentes que resolver, todo tipo de llamadas telefónicas una tras otra requiriendo nuestra atención, docenas de emails por leer que llegaron mientras estábamos fuera, y es allí donde empieza a desvanecerse lentamente nuestra decisión de cambio, olvidamos lo recientemente aprendido y poco a poco caemos en los viejos hábitos hasta que un buen día todo vuelve a ser como siempre.
¿Por qué duran tan poco los efectos de algunos programas?
Existen diversas razones y fácilmente podemos citar algunas que resultan muy obvias, tales como que la práctica de nuevos hábitos requiere de tiempo y dedicación, o la falta de un adecuado feedback que nos ayude a determinar los aspectos que ameritan ser mejorados. Daniel Goleman, el conocido escritor de “Inteligencia Emocional”, nos plantea junto con Richard Boyatzis y Annie McKee una respuesta tan novedosa como revolucionaria en su más reciente libro “El líder resonante crea más”, al hablarnos de éste conocido fenómeno anteriormente descrito, como el efecto “luna de miel” que ocurre con la mayoría de los programas de liderazgo, y que describen como el desvanecimiento de la mejora inmediata del proceso de formación al cabo de un período que varía entre los tres y los seis meses, apuntando que el problema está en que muchos de los programas destinados al mejoramiento de competencias de la inteligencia emocional van dirigidos a la región neocortesal del cerebro, encargado de las funciones superiores: pensar, percibir, imaginar, analizar, así como comportarnos como seres civilizados, más que hacia el sistema límbico que es el encargado de las respuestas emocionales y de la memoria.
El sistema límbico, se encuentra en la parte media del cerebro y comprende centros importantes como el tálamo, hipotálamo, el hipocampo, y la amígdala cerebral, ésta última almacena la información con carga emocional. Es en ésta parte del cerebro que se generan las reacciones inexplicables que después de haber sucedido nos dejan reflexionando sobre nuestro comportamiento, ya que al recibir un estimulo parte de la información llega a la amígdala antes que a la corteza neocortical, encargada del razonamiento; produciéndose reacciones apresuradas producto de la emoción generada en la amígdala cerebral, antes que la parte pensante del cerebro reaccione y coordine una respuesta.
Lograr mantener un control emocional adecuado nos permitirá ser lideres resonantes, pues para lograr el éxito personal y empresarial, no basta tener un alto coeficiente intelectual, sino que depende en gran medida de la capacidad que se tenga para controlar nuestras reacciones ante situaciones que nos produzcan molestia, tristeza, ansiedad, e incluso alegría; así como, de la capacidad que tengamos para sintonizar con nuestros propios sentimientos y con los sentimientos de los demás.
Buen punto de partida es conocer el papel exacto que desempeñan las emociones en el trabajo de los líderes y en la eficacia de todo tipo de organizaciones, pues aún cuando en la corteza neocortical el aprendizaje de nuevas ideas es mucho más rápido y preciso del que puede lograrse con el cerebro límbico, los programas de desarrollo de competencias de liderazgo proponen cambios en hábitos que muy probablemente adquirimos en temprana edad, y que por tanto están profundamente arraigados, requiriendo de un tipo de aprendizaje diferente, con enfoque emocionalmente inteligente que influya directamente en los centros emocionales.
Esto es un desafío que requiere de un alto grado de motivación pues, desarrollar competencias de liderazgo que no aprendimos en temprana edad, para el adulto representa una doble tarea: deshacerse de los hábitos que ya no nos sirven y reemplazarlos por otros nuevos, teniendo que trabajar más duro y por más tiempo que cuando lo aprendimos por primera vez.
Dentro de este orden de ideas, es preciso definir que el primer paso del proceso de cambio en los ámbitos de los equipos y de las organizaciones consiste en identificar la realidad emocional y las normas de la empresa, es decir, lo que las personas hacen juntas y el modo en que lo hacen. Solo entonces pueden realmente acometerse el proceso de transformación de la inteligencia emocional de una organización.
El único modo de alentar una transformación completa y duradera de las organizaciones consiste en promover un liderazgo emocionalmente inteligente en todos sus niveles que permita que sus líderes afronten directamente la realidad.
Aunque la tarea principal del líder consiste en descubrir la verdad y la realidad de una organización, no son muchos en lo que se hallan en condiciones de hacerlo, dada la conocida enfermedad de ceo que acaba desconectándolos de la realidad, en la que parecen no disponer de tiempo para las conversaciones realmente importantes y tampoco suelen establecer el tipo de relaciones afiliativas o de coaching que alientan el diálogo en profundidad sobre lo que funciona y lo que no funciona. Carecen adecuado contacto de sus colaboradores como para saber lo que está ocurriendo en las organizaciones manteniéndolos aislados de la realidad emocional de la vida cotidiana.
El liderazgo autoritario, imposibilitan la sinceridad de sus subordinados, los líderes completamente desorientados, creen que todo va bien, pero que en realidad han acabado incubando una cultura en la que nadie se atreve a decirles la verdad (especialmente las malas noticias) y generan un clima de silencia, en ocasiones puede llegar a ser destructivos.
La cultura de las organizaciones dirigidas por líderes disonantes es inevitablemente tóxica. Los líderes que recurren a la amenaza y la coacción para conseguir sus objetivos, terminan por perder la confianza de los subordinados. Concentrarse solo en los beneficios a corto plazo, cuando la competencia es escasa que no le importa la perdida de un cliente y en consecuencia no había que esmerarse en la calidad del servicio. Igualmente la despreocupación por el bienestar de sus empleados.
Así mismo, se propicia a la generación de hábitos destructivos donde:
- Las personas dejaron de cuestionarse como y porque hacían las cosas.
- Se limitaban a sobrevivir día a día en un entorno de actitudes, regla y políticas sumamente perniciosas (dañino).
- No existía la menor posibilidad de cambio dado que los líderes desalentaban cualquier intento por mejorar la cultura subyacente.
- Aumento de la movilidad laboral y bajo prestigio de las organizaciones.
Es por ello que la mayoría de los programas de entrenamiento en inteligencia emocional, liderazgo y cambio organizacional y social están estructurados sobre la base de estrategias diseñadas para el cerebro neocortex (estrategias analíticas y técnicas), más no para el cerebro límbico que es el que gobierna el desarrollo de nuevos hábitos como los de inteligencia emocional para la comprensión y conducción positiva de situaciones de alta incertidumbre, confusión y complejidad, y el desarrollo de nuevos hábitos de liderazgo del cambio.
Reseña.
El Líder Resonante Crea Más - Daniel Goleman.
Los auténticos líderes no se distinguen por su talento innato o su dominio técnico, sino por su capacidad de inspirar en otros energía, pasión y entusiasmo. Y estos sentimientos se extienden rápidamente en los equipos de trabajo, estimulando a los demás.
A partir del análisis del estilo de liderazgo de casi 4.000 directivos de todo tipo de organizaciones y del contacto directo con muchos de ellos, los autores demuestran que la resonancia del líder es un factor imprescindible para su éxito y, más aún, que esta resonancia se puede aprender.
Con numerosos consejos prácticos e incontables ejemplos, el libro permitirá, tanto a jóvenes profesionales como a otros ejecutivos, reconocer los estilos de liderazgo, identificar y mejorar estas competencias críticas en uno mismo, conducir a los demás a hacerlo, y liderar la resonancia no solamente en el trabajo sino en todos los aspectos de nuestra vida.
Daniel Goleman y Richard Boyatzis en su libro “El Líder Resonante Crea Más” señalan la importancia del conocimiento de las emociones y como aprovecharlas para ser más exitosos dentro de la organización.
Los líderes resonantes son personas capaces de despertar en sus seguidores entusiasmo y movilizarlos a donde se desee, encausando las emociones de cada uno de los individuos de tal forma que todo marche como es debido. Explican que cuando las emociones son transmitidas de forma positiva sin duda el funcionamiento del grupo alcanzará cuotas muy elevadas, en cambio quienes se inclinan hacia el resentimiento y la ansiedad, encaminan los grupos a la desintegración.
Definen las emociones como un circuito abierto donde la estabilidad emocional depende en parte de las relaciones que establecemos con los demás, a diferencia del resto de los sistemas de cuerpo humano que son un circuito cerrado (circulatorio, respiratorio) razón que explica la importancia del líder, sus acciones y como influyen en la organización. Este circuito abierto facilita el contagio de las emociones, pudiendo afectar de esta forma, el líder, el clima emocional de toda una empresa. Afirman que estudios realizados determinaron que tanto la alegría como la cordialidad se transmiten más rápidamente que la irritabilidad y la depresión, además, que el estado de ánimo determina la eficacia laboral. Lo líderes emocionales se convierten en atraedores límbicos que ejercen una gran influencia sobre el cerebro emocional de sus seguidores. Por otro lado, las emociones negativas secuestran la atención y dificultan el trabajo, presentando de esta forma disonancia en el grupo, donde las personas tienen la sensación de encontrarse desconectados a los demás. Mientras que el líder resonante, tiene la habilidad de congeniar las características de todos los estilos de liderazgo según sea el caso manteniendo siempre una conexión con sus seguidores prolongando el tono emocional positivo, originándose la resonancia en el ambiente de la cual hablan los autores.
En varias ocasiones muchos de nosotros hemos asistido a talleres, seminarios y jornadas de liderazgo y desarrollo, fuertemente entusiasmados con ideas refrescantes acerca de la importancia del cambio para el logro del éxito, salimos completamente convencidos de que ésta vez sí vamos a mejorar, y cuando llegamos a nuestros hogares, sitios de trabajo o de estudio, nos encontramos con numerosas situaciones urgentes que resolver, todo tipo de llamadas telefónicas una tras otra requiriendo nuestra atención, docenas de emails por leer que llegaron mientras estábamos fuera, y es allí donde empieza a desvanecerse lentamente nuestra decisión de cambio, olvidamos lo recientemente aprendido y poco a poco caemos en los viejos hábitos hasta que un buen día todo vuelve a ser como siempre.
¿Por qué duran tan poco los efectos de algunos programas?
Existen diversas razones y fácilmente podemos citar algunas que resultan muy obvias, tales como que la práctica de nuevos hábitos requiere de tiempo y dedicación, o la falta de un adecuado feedback que nos ayude a determinar los aspectos que ameritan ser mejorados. Daniel Goleman, el conocido escritor de “Inteligencia Emocional”, nos plantea junto con Richard Boyatzis y Annie McKee una respuesta tan novedosa como revolucionaria en su más reciente libro “El líder resonante crea más”, al hablarnos de éste conocido fenómeno anteriormente descrito, como el efecto “luna de miel” que ocurre con la mayoría de los programas de liderazgo, y que describen como el desvanecimiento de la mejora inmediata del proceso de formación al cabo de un período que varía entre los tres y los seis meses, apuntando que el problema está en que muchos de los programas destinados al mejoramiento de competencias de la inteligencia emocional van dirigidos a la región neocortesal del cerebro, encargado de las funciones superiores: pensar, percibir, imaginar, analizar, así como comportarnos como seres civilizados, más que hacia el sistema límbico que es el encargado de las respuestas emocionales y de la memoria.
El sistema límbico, se encuentra en la parte media del cerebro y comprende centros importantes como el tálamo, hipotálamo, el hipocampo, y la amígdala cerebral, ésta última almacena la información con carga emocional. Es en ésta parte del cerebro que se generan las reacciones inexplicables que después de haber sucedido nos dejan reflexionando sobre nuestro comportamiento, ya que al recibir un estimulo parte de la información llega a la amígdala antes que a la corteza neocortical, encargada del razonamiento; produciéndose reacciones apresuradas producto de la emoción generada en la amígdala cerebral, antes que la parte pensante del cerebro reaccione y coordine una respuesta.
Lograr mantener un control emocional adecuado nos permitirá ser lideres resonantes, pues para lograr el éxito personal y empresarial, no basta tener un alto coeficiente intelectual, sino que depende en gran medida de la capacidad que se tenga para controlar nuestras reacciones ante situaciones que nos produzcan molestia, tristeza, ansiedad, e incluso alegría; así como, de la capacidad que tengamos para sintonizar con nuestros propios sentimientos y con los sentimientos de los demás.
Buen punto de partida es conocer el papel exacto que desempeñan las emociones en el trabajo de los líderes y en la eficacia de todo tipo de organizaciones, pues aún cuando en la corteza neocortical el aprendizaje de nuevas ideas es mucho más rápido y preciso del que puede lograrse con el cerebro límbico, los programas de desarrollo de competencias de liderazgo proponen cambios en hábitos que muy probablemente adquirimos en temprana edad, y que por tanto están profundamente arraigados, requiriendo de un tipo de aprendizaje diferente, con enfoque emocionalmente inteligente que influya directamente en los centros emocionales.
Esto es un desafío que requiere de un alto grado de motivación pues, desarrollar competencias de liderazgo que no aprendimos en temprana edad, para el adulto representa una doble tarea: deshacerse de los hábitos que ya no nos sirven y reemplazarlos por otros nuevos, teniendo que trabajar más duro y por más tiempo que cuando lo aprendimos por primera vez.
Dentro de este orden de ideas, es preciso definir que el primer paso del proceso de cambio en los ámbitos de los equipos y de las organizaciones consiste en identificar la realidad emocional y las normas de la empresa, es decir, lo que las personas hacen juntas y el modo en que lo hacen. Solo entonces pueden realmente acometerse el proceso de transformación de la inteligencia emocional de una organización.
El único modo de alentar una transformación completa y duradera de las organizaciones consiste en promover un liderazgo emocionalmente inteligente en todos sus niveles que permita que sus líderes afronten directamente la realidad.
Aunque la tarea principal del líder consiste en descubrir la verdad y la realidad de una organización, no son muchos en lo que se hallan en condiciones de hacerlo, dada la conocida enfermedad de ceo que acaba desconectándolos de la realidad, en la que parecen no disponer de tiempo para las conversaciones realmente importantes y tampoco suelen establecer el tipo de relaciones afiliativas o de coaching que alientan el diálogo en profundidad sobre lo que funciona y lo que no funciona. Carecen adecuado contacto de sus colaboradores como para saber lo que está ocurriendo en las organizaciones manteniéndolos aislados de la realidad emocional de la vida cotidiana.
El liderazgo autoritario, imposibilitan la sinceridad de sus subordinados, los líderes completamente desorientados, creen que todo va bien, pero que en realidad han acabado incubando una cultura en la que nadie se atreve a decirles la verdad (especialmente las malas noticias) y generan un clima de silencia, en ocasiones puede llegar a ser destructivos.
La cultura de las organizaciones dirigidas por líderes disonantes es inevitablemente tóxica. Los líderes que recurren a la amenaza y la coacción para conseguir sus objetivos, terminan por perder la confianza de los subordinados. Concentrarse solo en los beneficios a corto plazo, cuando la competencia es escasa que no le importa la perdida de un cliente y en consecuencia no había que esmerarse en la calidad del servicio. Igualmente la despreocupación por el bienestar de sus empleados.
Así mismo, se propicia a la generación de hábitos destructivos donde:
- Las personas dejaron de cuestionarse como y porque hacían las cosas.
- Se limitaban a sobrevivir día a día en un entorno de actitudes, regla y políticas sumamente perniciosas (dañino).
- No existía la menor posibilidad de cambio dado que los líderes desalentaban cualquier intento por mejorar la cultura subyacente.
- Aumento de la movilidad laboral y bajo prestigio de las organizaciones.
Es por ello que la mayoría de los programas de entrenamiento en inteligencia emocional, liderazgo y cambio organizacional y social están estructurados sobre la base de estrategias diseñadas para el cerebro neocortex (estrategias analíticas y técnicas), más no para el cerebro límbico que es el que gobierna el desarrollo de nuevos hábitos como los de inteligencia emocional para la comprensión y conducción positiva de situaciones de alta incertidumbre, confusión y complejidad, y el desarrollo de nuevos hábitos de liderazgo del cambio.
Reseña.
El Líder Resonante Crea Más - Daniel Goleman.
Los auténticos líderes no se distinguen por su talento innato o su dominio técnico, sino por su capacidad de inspirar en otros energía, pasión y entusiasmo. Y estos sentimientos se extienden rápidamente en los equipos de trabajo, estimulando a los demás.
A partir del análisis del estilo de liderazgo de casi 4.000 directivos de todo tipo de organizaciones y del contacto directo con muchos de ellos, los autores demuestran que la resonancia del líder es un factor imprescindible para su éxito y, más aún, que esta resonancia se puede aprender.
Con numerosos consejos prácticos e incontables ejemplos, el libro permitirá, tanto a jóvenes profesionales como a otros ejecutivos, reconocer los estilos de liderazgo, identificar y mejorar estas competencias críticas en uno mismo, conducir a los demás a hacerlo, y liderar la resonancia no solamente en el trabajo sino en todos los aspectos de nuestra vida.
1 comentario:
Cordiales saludos: Mi nombre es Carlos González. He sido profesor de matemáticas y física en la enseñanza secundaria durante 24 cursos. Finalmente, al verme limitado en mi deseo de practicar una enseñanza basada en los nuevos paradigmas, decidí dejar el camino de la enseñanza oficial e iniciar uno nuevo, alternativo al sistema imperante.
Durante años, he podido comprobar como mis alumnos adolescentes enterraban sus sueños hasta hacerlos invisibles. Su entorno les enseñaba que la “seguridad” era lo primero: estábamos creando víctimas. La rabia que sentía ante tal panorama la he trasmutado en creatividad, escribiendo un libro que narra cómo empoderar a los adolescentes:
“Un maestro decide crear un ambiente mágico en su clase para empoderar a sus alumnos. Les ayuda a descubrir los enormes potenciales que habitan en su interior. Les revela un mundo más allá de la mente programada y de las creencias. Para llevar a cabo su proyecto el profesor emplea curiosos trucos...
Los alumnos van resolviendo los enigmas, que el maestro propone de una forma singular. La clase es una creación de todos. El aprender se transforma en una aventura.
Poco a poco, cada alumno se convierte en su propio maestro, en una fuente de conocimiento para él y sus compañeros. La vida se torna mágica: pueden vivirla desde su corazón, sin que las creencias les limiten “
Su título es: “Veintitrés maestros, de corazón – un salto cuántico en la enseñanza-“. En él se plantea un modelo educativo que se basa en descubrir la fuerza interior.
Hoy puede ser ciencia ficción...tal vez una semilla, pero si la nutrimos puede generar una forma totalmente nueva de enseñar, en la que el ser humano deja de sentirse víctima, para sentirse el creador de su propia vida.
Creo que su sensibilidad va en la misma dirección que la mía. Por eso, me atrevo a enviale* mi libro en versión digital. He decidido regalarlo persona a persona o institución a institución. Necesita volar...hacia lugares en los que pueda ser bien acogido. Si lo lee le agradecería cualquier comentario. Todos los amantes de la lectura sabemos que bastan cinco minutos con un libro para saber si es de nuestro interés, sólo le pido ese tiempo. Siéntase libre de enviarlo a las personas o asociaciones a las que este libro pueda ayudar. Gracias por su presencia. Le deseo felices creaciones…
Carlos González
P.D Mi blog es: www.ladanzadelavida12.blogspot.com
* El libro se puede descargar en mi blog
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